Se dice cuando alguien está que arde de la rabia, súper molesto y con cara de pocos amigos, como si fuera a reventar en cualquier momento. Es una forma bien gráfica de decir que está fuera de sí por algo que le hicieron o le salió mal. Ojo, mejor no pincharle más porque salpica.
"Le cancelaron el viaje a última hora y el pana estaba hecho una leche, puteando al call center y pateando la maleta como si fuera culpable."