Forma chistosa y medio pícara de decir que alguien está medio borracho, ya con el cuerpo ladeado y la risa fácil, pero todavía sin caerse ni hacer el clásico zigzag por la calle. Es como ese punto exacto en el que ya estás alegre, hablando huevadas, pero aún puedes jurar que estás sobrio. Y claro, nadie te cree.
"Juan llegó inclinaíto a la fiesta, se tropezó con la maceta, le guiñó el ojo al parlante y casi le pide perdón al perro pensando que era su ex."