Se dice cuando alguien ya le está dando duro al copete o anda con ganas de seguir, como que la petaca se le inclina sola. Puede ser que ya esté medio prendido o que vaya derechito a curarse. Es bien del norte y suena a advertencia con talla, antes de que quede hablando puras leseras.
"Compadre, te caché inclinar la petaca otra vez. Suelta el vaso un rato, que después andai cantando como tenor y ni te acordai cómo llegaste a la casa."