Se usa para hablar de alguien que va tan cabreado que parece que le sale humo de la cabeza, como una olla a presión a punto de explotar. Es ese enfado que se nota en la cara, en el paso y hasta en cómo cierra las puertas. Vamos, que mejor no decirle nada porque salpica.

"Tú no le digas a Aitor que le has rayado el coche, que viene del curro echando humo y como le sueltes eso igual explota en mitad del portal"

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