Se usa para hablar de alguien que no cambia nunca sus mañas, sobre todo si son malas costumbres o vicios que ya tiene bien pegados. Viene de la idea del perro que roba huevos y, aunque lo retes mil veces, siempre vuelve a lo mismo. Es medio crítica, pero también se dice con un toque de resignación y humor.
"Mirá, al Chicho lo ascendieron y todo, pero sigue llegando tarde, chamuyando al jefe y rascándose en la oficina, es perro huevero, ni con milagro sanjuanino lo enderezás."