En Iquitos, donde lo que sobran son ríos y no precisamente playas, decirle a alguien playa es tratarlo de creído, figureti o alzado. Es ese pata que se siente modelo de revista aunque esté sudando en pleno bochorno amazónico. No es un insulto brutal, pero sí un jalón de orejas con bastante sorna y sabor selvático.
"Oe, viste al Juan llegando en motokar con polo apretado y perfume barato, saludando a todo el mundo como artista de novela, qué playa ese causa, parece que viviera en Miami y no en la Belén."