Se usa cuando tenés que convencer a alguien con labia, carita y un poco de verso, ya sea para levantar a una persona o para conseguir un favor medio complicado. No es solo hablar, es meterle chamuyo del bueno hasta que el otro afloja. Y hay que admitir que cuando sale bien, te sentís un campeón total.
"Me olvidé la entrada del boliche y tuve que chamuyarme al patova de la puerta en pleno frío de Río Negro para que me deje pasar igual"