Interjección muy colombiana para soltar cuando algo te sorprende, te indigna o te da una mezcla de pena y rabia. Es como decir “ay, hombre” pero en modo costeño y bien sabroso. Sirve tanto para el susto como para el reclamo suave, y queda perfecta cuando alguien mete la pata.
"¿Otra vez se te quedó la llave adentro y el perro ladrando? ¡Ay, ombe!, ahora sí te toca llamar al cerrajero y aguantar la cantaleta."