Se dice de alguien que se queda pasmado, embobado o medio atontado por la impresión, ya sea por un susto, una sorpresa o porque alguien le movió el piso. Es ese momento en que el cerebro se te apaga y te quedas mirando sin reaccionar. Muy de por allá, bien de calle.
"Apenas la profe soltó que el parcial era hoy, Kevin quedó chicoriado, con la boca abierta y el cuaderno en blanco, como si se le hubiera ido el alma."