En Tolima se usa para hablar de un niño muy travieso, cochino o desordenado, el típico pelao que vive lleno de barro y haciendo diabluras. Suele sonar entre regaño y cariño, sobre todo en boca de las abuelas y las tías que ya están mamadas pero igual se derriten con el chirrete. Y hay que admitir que la palabra suena bien sabrosa.
"Mire a ese chirrete, otra vez salió corriendo descalzo detrás de las gallinas y terminó todo enguayabado en el barro antes del almuerzo"