Juntarse a conversar tranqui en la esquina, la plaza o la puerta de la casa, y que la charla se alargue tanto que termina en debate existencial. Es ese momento en que el chisme se mezcla con filosofía barata y risas. En Tacna suele ir acompañado de tostado, mate o lo que haya a la mano, y la verdad es que tiene su encanto.
"Nos fuimos a la esquina a hacer convercheo y la cosa se alargó tanto que amanecimos hablando de aliens, del pan con chicharrón y de por qué siempre falta plata a fin de mes."