Se le dice a quien defiende el asado santafesino como si fuera religión: con fe ciega, orgullo y cero ganas de debatir. Para esta gente, la parrilla es altar, la sal es sagrada y cualquier otro asado es, como mucho, un intento simpático. Es una forma graciosa de llamar fanático a alguien sin pelearse.
"El Fede cayó con la parrilla portátil al río y dijo que sin asado no hay plan. Re pesado, pero qué rico le sale, alto creyente del asado."