Clásico ritual de medio día que en Aragón se respeta casi como religión. Es dormir un rato después de comer para bajar la comida, recargar pilas y seguir luego con el jaleo del día sin ir arrastrando el cuerpo. No hace falta dormir profundo, con un ratito ya vas fino. Y la verdad, quien no la aprecia es porque no la ha probado bien.
"He comido ternasco como si no hubiera mañana y ahora voy a echar la siesta un rato, que luego hay que ir a currar y no voy a ir hecho un zombi, collons."