Se dice cuando te echas una siesta rápida, de esas que prometes que son diez minutos y luego te levantas desorientado, con la marca del sofá y el móvil en la mano. No es dormir la noche, es pegar una cabezadita traicionera que se alarga sin pedir permiso. Muy de sobremesa y de dejarlo todo para luego.
"Después de comer me eché un pingo en el sofá y me desperté con la persiana bajada, el WhatsApp ardiendo y mi ama diciendo que ya era casi hora de cenar."