Expresión caraqueña para decir que alguien está mamado, reventado o cansadísimo de algo, que ya no aguanta ni medio segundo más. Es como estar hasta el cuello, pero con más sabor y más rabia acumulada. Se usa cuando la paciencia se fue de vacaciones hace rato y uno está a punto de explotar.
"Chamo, estoy hasta la tinta de que se vaya la luz cada dos por tres, voy a terminar trabajando desde la panadería de la esquina"