Se usa para decir que alguien está muy cansado, reventado, como si viniera de echar la tarde entera subiendo cuestas y bailando jotas sin parar. Es ese punto en el que el cuerpo te pide sofá, mantita y silencio absoluto. Suena muy de pueblo navarro de toda la vida, y hay que admitir que tiene bastante encanto.

"Entre la bajada al río, las peñas y los toricos de fuego, acabé fartico perdido, me senté en el frontón y ya no me levantaba ni con cohetes"

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