En Aysén, fueguearse es quedarse pegado mirando el fuego y ponerse ultra filosófico, como si la mente se fuera de paseo por la Patagonia entera. De repente te quedas callado, mirando las llamas, y empiezas a tirar ideas profundas sobre la vida. Es bonito, pero a veces igual da risa cómo se le va la onda a la gente.
"Estábamos en la fogata tomando mate y pelando el cable piola, y de la nada el Nico se fuegueó brígido hablando de las estrellas, los universos paralelos y que todos somos polvo cósmico."