En Santander se dice para hablar de ese traguito de aguardiente que cae por cualquier motivo, o por ninguno. Es la excusa perfecta para reunirse, brindar y alargar la charla con los parceros. No es que sea una medida exacta, es más bien una actitud: si hay plan, siempre cabe una gotica. Y sí, tiene su encanto.
"Parce, salió el sol después del aguacero, eso es señal. Venga, nos echamos una gota de aguardiente y arrancamos el chisme."