Se usa cuando armas un desastre legendario con harina por toda la cocina, como si hubieras explotado un saco completo. Normalmente pasa cuando intentas hacer arepas, empanadas o pan y terminas tú, la mesa y hasta el perro llenos de harina. Es de esas vainas que dan rabia, pero luego te ríes porque parece escena de comedia barata.
"Me puse a hacer arepas apurado y terminé harineando la cocina, el piso, el gato y hasta la hamaca, parecía ventisca blanca en pleno Delta Amacuro."
En Ayacucho, harinear es ir a la tienda a pedir fiado con toda la frescura del mundo y luego desaparecer como fantasma, sin pagar ni medio sol. El comerciante se queda con cara de estatua, lleno de rabia y resignación. Es una jugada bien criolla, graciosa cuando la cuentan, pero en la vida real es bien mala onda.
"Oye, no vayas a harinear otra vez donde la tía Rosa, que ya tiene tu foto pegada en la pared del puesto al lado de los carteles de se busca"