En Buenos Aires se usa para decir que alguien se mandó una burrada, una metida de pata bien grande, normalmente hablando de más y con una seguridad que da vergüenza ajena. No es solo equivocarse, es tirar cualquiera y quedar expuesto delante de todos. Ideal para cuando alguien se agranda y termina patinando feo.
"En la reunión, Julián se mandó una rugida mal: quiso hacerse el capo y terminó diciendo que el jefe no labura nunca, con él sentado ahí."