Se dice cuando alguien tiene un montón de dinero, pero un montón de verdad. Es como afirmar que la plata le sobra y la reparte por todos lados, como si fuera cancha tirada en el piso. En Perú suena bien callejero y medio burlón, sobre todo cuando el que tiene plata se aloca y empieza a gastar sin pensar.
"Desde que la pegó con el negocio del mango, el pata tiene plata como cancha y ahora se cree fino, comprando huevadas a lo loco por todo Piura."