En Bolivia, pusanga se usa para hablar de un amarre o brujería, como un hechizo para atraer a alguien o para “trabajar” la suerte. No es precisamente fino, pero se oye en charla de calle cuando alguien jura que le hicieron algo. También puede sonar a excusa cuando todo te sale mal, la verdad.
"Desde que corté con la Carla, todo me sale chueco y mi tía ya dice que me han hecho pusanga, que me vaya a limpiar con un curandero."