Se usa para hablar de esos días después de una rumba brava, tipo carnaval o fiesta patronal, donde andas con guayabo eterno, sin voz, sin energía y con el hígado pidiendo vacaciones. Es como una resaca prolongada que se vuelve casi tradición costeña, y la verdad es que tiene su encanto cuando todos están igual de destruidos.
"Parce, después del Carnaval de Barranquilla quedamos tan vueltos nada que nos tocó una semana de guayabo tirados en la hamaca viendo novelas y tomando suero."