Se usa para vacilar a alguien que va lentísimo, como si cada paso fuera una eternidad. Es como decir que la persona es más lenta que un caracol, pero en versión gallega creativa. Sirve para meter un poco de presión con humor cuando alguien se lo toma con demasiada calma. Y hay que admitir que la imagen mental es buenísima.
"Tía, llevas media hora para atarte los cordones, deja de sumar caracoles y vente ya al bar que se nos calienta la caña."