Se dice cuando alguien se pega un tropezón o una caída bien aparatosa, de esas que te dejan viendo estrellitas y con el orgullo por el piso. Suele pasar por ir embalado, por andar distraído o por culpa de una acera traicionera. Es una forma graciosa de decir que te diste un buen golpe.
"Ayer en la cancha, Pedrito iba embalado, pisó mal y se tabiqueó durísimo. Se paró como si nada, pero ya le dejaron el apodo de El Arquitecto."