Dicho popular cántabro que viene a decir que, después de un par de chupitos de orujo del bueno, los problemas se ven más pequeños y la vida se lleva con más alegría. No es ciencia oficial, pero como experimento de barra de bar funciona que da gusto y muchos la consideran casi una asignatura obligatoria.
"Tío, deja de rallarte con el curro, nos bajamos al bar, aplicamos la teoría del orujo y mañana ya verás cómo el jefe te parece hasta majo."