Se dice cuando alguien se va a tumbar a descansar o a dormir, normalmente reventado después de un día duro. El catre es la cama sencilla de toda la vida, así que la frase suena bien casera y muy de casa. Vamos, que ya no te da la vida y lo único que quieres es caer rendido.
"Asere, con este calor y el trabajo de hoy, yo llego a la casa, me quito los zapatos y me tiro en el catre con el abanico a tope."