Se usa cuando quieres convencer a alguien para que haga algo tirando de labia, halagos y promesas que suenan demasiado bien para decir que no. Es como ponerle la zanahoria delante al burro, pero en versión murciana con risas y colegueo. A veces se cumple lo prometido y a veces se queda en cuento, pero oye, funciona.
"Al vecino lo traje a la buena para que me subiera el sofá al cuarto, le prometí birras frías, una barbacoa en la terraza y hasta ponerle la final del Murcia en la tele, y el tío subió las escaleras más rápido que un cohete"