Se dice cuando una discusión se pone bien rasposa y la gente se suelta a tirar tarascadas, o sea, mordidas verbales, indirectas y comentarios bien ponzoñosos. No suele llegar a los golpes, pero sí deja el ambiente bien caliente y a más de uno ardido. Muy de pleito de comadres o de junta eterna.
"La junta de vecinos se volvió vil pelea de tarascadas: que si el perro de Doña Chona, que si tu bocina, y al final todos bien sentidos y nadie arregló nada."