En Santa Cruz se usa para señalar un metidón de pata bien grande, de esos que te dejan sin salida y con cara de ¿qué hice? Vale para una cagada, un error garrafal o una decisión malísima que se nota a kilómetros. Se dice con burla, con pena o con las dos a la vez, según el chisme.
"No ve, qué vilazo el del Nico: mandó el sticker del perrito llorando al grupo del jefe y encima puso “te amo”, ya fue, renunció en su mente."