En Guatemala ahorita es una palabra mágica y tramposa. Literal suena a que será en un momento, pero en realidad puede ser en diez minutos, en dos horas o nunca. Sirve para zafarse con cariño de un compromiso inmediato. Es como decir luego veo, pero con sonrisa. Y hay que admitir que tiene su encanto caótico.
"Mamá, ¿ya vas a venir por mí al cole? Ahorita, mi amor… y la doña todavía está pidiendo otra ronda de chelas con las amigas en la zona viva."
Clásico del español mexicano para hablar de un momento cercano pero totalmente relativo. Puede ser en cinco minutos, en una hora o mañana si se te atraviesa la flojera. Depende del tono, del contexto y del nivel de ganas. Es una palabra peligrosa si eres puntual, pero hay que admitir que tiene su encanto caótico.
"Mi mamá dice que recoja mi cuarto ahorita, pero yo ando bien a gusto viendo series, así que ese ahorita se me va a convertir en pasado mañana, compa."
En San Luis Potosí y en casi todo México, ahorita es una unidad de tiempo mágica y tramposa. Puede significar en unos minutos, más tarde o derechamente nunca. Se usa cuando no quieres comprometerte con una hora exacta y prefieres dejar todo en el limbo. Y hay que admitir que tiene su encanto medio malandro.
"Mamá, ahorita hago la tarea, primero voy con los compas a las maquinitas y ya luego veo si me dan ganas"
En Puerto Rico, ahorita es la palabra comodín del tiempo. Puede ser ahora mismo, en un ratito, más tarde o quién sabe si mañana. Se usa mucho para no amarrarse a una hora exacta y dejarlo en el aire con calma caribeña. Si te dicen ahorita, tú respira y no pongas alarma.
"Te paso a buscar ahorita pa’ comer al kiosko, pero si me enredo con el tapón, llego cuando llegue, ¿me entiendes?"