En Ayacucho se dice que alguien está chapla cuando está borrachazo perdido, ya sin coordinar ni las ideas ni las piernas. Es ese punto en el que la realidad se pone borrosa, uno habla huevadas y se cree filósofo o cantante de rock. Es una forma bien criolla de decir que el trago ya le ganó por goleada.
"Oe, ese Juan está pero chapla, se ha puesto a cantar huaynos con la escoba y dice que es su micro, ya ni sabe dónde ha dejado sus zapatos."
En Tacna se usa para vacilar a alguien que es más soso que sopa sin sal, una persona apagada, sin chispa, que nunca se anima a nada. Es como decirle que es un flan sin caramelo ni nada divertido encima. No es un insulto heavy, pero sí un toque para que espabile y se ponga las pilas un rato.
"Oye, no seas chapla, deja de mirar el celular como zombi y vente a la chela con la gente, que pareces planta decorativa del fondo."
En Tacna, una chapla no es un zapato viejo ni nada por el estilo, sino un pan plano y delgadito, medio galleta, que se tuesta rico y huele a gloria. Es el clásico del lonche con té o café, y cuando están calientitas recién salidas del horno, la verdad es que son puro vicio delicioso.
"En mi casa el lonche sin chaplas es tragedia nacional, ayer mi abuela casi arma motín porque solo quedaba una y mi viejo ya la tenía untada con mantequilla"