En Cusco se usa chasquear para decir que alguien come o toma algo con muchas ganas, rápido y con harto gusto, casi como si se estuviera devorando el plato. Es ese momento en que tienes un hambre brutal y lo que te sirven te sabe a gloria. Y la verdad, cuando se chasquea rico, hasta el mal humor se olvida.

"Pata, después de la chamba en la obra estaba con un hambre de aquellos, así que me fui a San Pedro a chasquear un caldo de gallina bien cargado y un jugo surtido gigante."

Decir algo súper rápido sin pensar mucho, como cuando sueltas las cosas de un plumazo.

"Che, no chasquees así con la doña que se va a enterar del chisme antes que el gato suba al tejado."

En Jujuy se usa para hablar de la persona que se manda la comida al toque, casi sin que nadie se dé cuenta, sobre todo cuando es gratis o hay poca. Es ese que siempre está al acecho del morfi en los cumples, asados o reuniones. No es insulto grave, pero sí una cargada cariñosa que todos entendemos.

"Che, llegamos tarde al cumple y el Juampi ya chasqueó todas las empanadas, quedó una sola y la está custodiando como si fuera oro jujeño."

En Puno se usa chasquear para decir que algo te decepciona o te deja con las expectativas por el piso, como cuando alguien suelta una tontería y tú pensabas que iba a decir algo brillante. Es ese bajón medio gracioso, medio triste, cuando la idea o la actitud del otro no llega ni de lejos a lo que esperabas.

"Hermano, yo pensé que ibas a proponer algo serio para el negocio y me has hecho chasquear diciendo que mejor vendamos helados tibios en pleno mediodía puneño"

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