En Guerrero se usa para decir que hay que trabajar duro, meterle ganas y aguantar la friega aunque todo esté medio jodido. Es como decir que toca partirse el lomo, a veces sin mucha recompensa, pero ni modo, hay que chingarle. Suena rudo, pero también tiene ese toque de orgullo chambeador.
"Desde las cinco ando chingándole en la obra, bien desvelado, y todavía el ingeniero quiere que me quede a hacer horas extra, no se pasa de lanza el vato."
Forma coahuilense de decir que hay que echarle ganas al trabajo y no aflojar, aunque a veces suena como si uno estuviera castigando al trabajo.
"Ya ponte las pilas y chingarle, que el trabajo no se va a hacer solo."
En la CDMX se usa para decir que alguien va a trabajar duro, echarle ganas o ponerse las pilas con algo, casi siempre en plan informal. Puede ser chingarle en la chamba, en la escuela o en cualquier proyecto que traigas atorado. Es medio grosera, pero tan común que ya hasta suena cariñosa cuando la dices entre cuates.
"Güey, si no le chingas desde hoy a la tesis, vas a andar chillando en extraordinario mientras todos andamos en la peda de graduación."