Se usa para bajarle dos a alguien cuando se está poniendo dramático, quejica o exagerado por nada. Es como decirle “cálmate” o “no es pa’ tanto”, pero con sabor llanero. La idea viene de curar una heridita con yodo, así que aquí el yodo es pa’ las emociones: te lo echas y sigues.
"El pana armó un show porque se le cayó el helado al piso y yo: Échale yodo, chamo, te compro otro y ya."