Se dice cuando el aguardiente te pega y de repente te crees el rey de la pista, el más pinta y el más suelto de cadera. Con dos tragos ya te sale el paso prohibido, te animas a cantar y a coquetear como si fueras famoso. A veces queda épico, a veces da pena ajena. Así es el guaro.
"Parce, me dio el efecto guaro y me subí a bailar como si estuviera en un video de reguetón, y terminé resbalándome con una servilleta."