Se dice cuando acabas reventado, sin pila y con el cuerpo tieso, como si te hubieran dejado secándote al sol. Es una forma muy oaxaqueña de decir que ya no das una, que te pesa hasta parpadear. Va perfecto después de una chinga de trabajo, una caminata eterna o una desvelada brava.
"No inventes, entre la Guelaguetza, la caminata y cargar las bolsas del mercado, quedé hecho tasajo. Ya ni pa’ cenar, nomás quiero tirarme en la hamaca."