Se usa para decir que alguien ha comido tanto que siente la barriga durísima y a punto de explotar, como si fuera un tambor bien tenso. Es la típica frase después de un almuerzo brutal con mil platos y postre doble. Básicamente es admitir que te pasaste de glotón, pero con gracia y sin arrepentirte mucho.
"Hermano, después del cevichito, el cabrito con frijoles y su chelita helada, estoy hecho un tambor, ya ni puedo subir la combi sin que se me salga el botón del pantalón."