Se usa para decir que alguien está totalmente desorientado, sin saber qué hacer ni dónde meterse, como un martillo metido en una procesión o acto religioso donde no pinta nada. Es una forma graciosa de remarcar que la persona está fuera de lugar a lo bestia, y hay que admitir que la imagen es bastante absurda y divertida.
"Cuando la profe empezó a hablar de física cuántica, el Chato se quedó más perdido que martillo en desfile de alabanzas, solo asentaba con la cabeza y miraba el techo como si ahí estuviera la respuesta."