Se dice cuando algo es un aburrimiento brutal, pesado y eterno, como una charla que no se acaba nunca o un plan que te drena la vida. Es la forma boliviana de soltar un “qué lata” con más mala leche. Ideal para clases, reuniones y discursos que parecen castigo.
"Hermano, llevamos dos horas en esta reunión y ni han dado el café. Esto es un plomazo, ya me quiero ir a mi casa."