Apodo cariñoso para las niñas muy falleras, las que sueñan con ser reinas de las fallas y viven todo el año pensando en la mascletà y la ofrenda. Aunque su trono sea de plastilina y su banda de música sean peluches, ya van por la vida como auténticas reinas del fuego, y hay que admitir que hace mucha gracia.
"Mira a la fallereta con el traje puesto en pleno agosto, montando un castillo pirotécnico de Lego en el salón y mandando callar a todos como si fuera la pirotècnica oficial del barrio"