Se usa para decir que alguien se llena de orgullo y vanidad cuando le echan flores y se lo cree demasiado. Es como si el ego se le subiera a la cabeza y se pusiera todo agrandado, creyéndose la última Coca Cola del desierto. A veces hace gracia, pero también da un poquito de pena ajena cuando se les va la mano.
"Desde que a Fabián le dijeron en la verbena del pueblo que canta como Silvestre Dangond, anda inflándose como un globo y ya ni saluda al combo del barrio."