Se dice cuando alguien está estresado o desesperado por un problema, tanto que parece que se va a arrancar el pelo de la rabia. No es tanto de currar duro, sino de estar al borde por la presión, los líos o la mala suerte. Vamos, que estás que te jalas la greña y no es por gusto.
"Mano, con ese calor y el jefe jodiendo, llevo toda la semana jalándome la greña, ya ni duermo y el tinto no me hace nada."