Se usa para decir que alguien es desesperantemente lento para moverse, reaccionar o hacer las cosas, como si estuviera en la fila eterna de las tortas y ni ganas tuviera de avanzar. Es una forma medio carrilla pero con cariño, muy chilanga, para picarle las costillas al que se está tardando mil años.
"Ya, carnal, súbete al metro, que vas lento como torta y se nos va a ir hasta el vagón vacío de las seis de la mañana."