Se dice cuando alguien se queda pegado a un drama ajeno, mirando, escuchando y metiendo cucharita como si fuera un capítulo de novela. No es que le pase a uno, es que se lo disfruta de espectador, bien pendiente del chisme y del zafarrancho. Vamos, el que no se despega ni aunque lo llamen.
"Carlos y María se prendieron en la orilla y la mitad de la playa se pegó el culebrón, con cotufas imaginarias y todo, comentando bajito: epa, esto se puso bueno."