Se suelta cuando algo te da una pereza brutal o te parece un fastidio tremendo. Es como decir “qué lata”, “qué mamera” o “qué pereza”, pero con sabor santandereano y un puntito de queja sabrosa. Sirve para planes, trámites, gente intensa o cualquier cosa que te drene la vida.
"Parce, madrugar un domingo pa’ ir a hacer fila en el banco y encima que no haya sistema… ¡qué jartera! Mejor me devuelvo pa’ la casa y ya."
Se dice cuando algo te da una pereza monumental o te tiene mamado de lo aburrido, repetitivo o cansón. Es como soltar un ay no más con sabor boyacense, perfecto para quejarse sin armar drama. Suele salir con cara larga y un suspiro, porque la vida a veces se pone bien jartera.
"¡Qué jartera! Otra vez reunión a las siete, y el jefe hablando una hora de lo mismo, qué mamera."