Se usa cuando la abuela entra a la cocina, ve el quilombo que armó alguien con la comida y decide volver a hacer todo de cero. Es como decir que desconfía del cocinero y prefiere salvar el almuerzo ella misma. Un clásico de abuela puntana controladora, pero con amor y mucha olla.
"Juani se agrandó con el asado, lo dejó más seco que el campo en enero y cuando llegó la abuela lo rehace todo mientras le dice que ni para calentar agua sirve el chango"