Se usa cuando algo se ve tan sabroso que la persona se lo comería con unas ganas brutales, casi desesperadas, como si no necesitara dientes ni modales. Es como decir que está tan bueno que uno pierde la vergüenza y se lanza de una. Y hay que admitir que la imagen mental es bastante graciosa.
"Chamo, tengo tanta hambre que si me ponen una empanada de cazón ahí mismo la roería como un bollo, ni me acuerdo de la dieta ni de más nada."