En Córdoba, tachar no es solo cruzar algo con una línea, también es borrar a alguien de tu vida cuando ya te tiene podrido. Es como decir que lo sacás de tu lista de amigos, planes o confianza porque ya colmó la paciencia. Suena dramático, pero a veces es la única que queda y hasta da un poquito de gustito.

"Después del asado en el que se comió todo, no puso un peso y encima se llevó la coca, lo taché al Juancito y no lo invito ni al cumple del perro."

En La Guajira, cuando alguien dice que te va a tachar, no es que te vayan a borrar de una lista, es que te van a cantar la tabla sabroso. Es una amenaza de regaño fuerte, reclamo serio o jalón de orejas moral que te deja pensando en tu vida. Y sí, suele doler más que un chancletazo.

"Oye, deja de llegar tarde a la ranchería, que la tía ya dijo que si hoy vuelves a aparecer a mediodía te va a tachar delante de todo el mundo en la hamaca."

En Junín se usa para decir que alguien te ignora a propósito, como castigándote con silencio. No es que se le haya olvidado saludarte, es que te está haciendo la ley del hielo, bien pasivo-agresivo. También puede sonar a que te “borran” del mapa por una molestia o un pique. Duele más cuando es con cara de santo.

"Miguel me tachó todo el día por no caer a su cumple, pasó por mi jato como si fuera aire y encima me dejó en visto, qué palta."

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