Expresión extremeña que se usa cuando ya vas reventado de currar y necesitas parar un rato para no morir en el intento. Es como decir que hay que aflojar el ritmo, descansar el cuerpo y recargar pilas. Viene de la imagen del leñador que sabe cuándo parar el hacha, que tampoco somos máquinas, por mucho café que llevemos encima.
"Niño, después de arrear con las ovejas, limpiar la nave y regar el huerto, vamos a tasar leña un rato, que me duelen hasta las pestañas."